El dolor, la indignación, el asombro y la esperanza: así llegamos hasta aquí.

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Antes de que nuestros ojos vieran a aquellas primeras personas pateadas, golpeadas, agredidas por el Estado, éramos las mismas que escribimos estas líneas y a la vez completamente diferentes. El dolor, la indignación, el asombro y la esperanza todavía no se habían apoderado de cada rincón de nuestra existencia para transformarlo todo.

El dolor

Unas estuvimos bajo las balas y otras acompañamos a lo lejos. Pero ese día, todas empezamos a sentir nuestro cuerpo siendo traspasado por el dolor de que aquel pasado reciente estaba ahí ante nosotras: vivo, real.

Incontables fueron las veces que pensamos que aquellas historias que nos contaban una y otra vez no volverían a pasar.  Pero ahí estábamos, otra vez en Nicaragua había personas corriendo por sus vidas.

Ese dolor que tomó tantas formas, fue llanto, ansiedad, tristeza, parálisis, ese dolor que nos hizo perder la respiración e hizo que nuestro corazón olvidara cómo latir con normalidad. Ese dolor fue el que también nos trajo hasta aquí.

La indignación

Todavía nos seguía doliendo cuando todo  empezó a arder. Algo ardía, quemaba, gritaba dentro de nosotras, ese algo nos puso en movimiento: buscamos a otras, otros, otres. Cuando colectivizamos el dolor y la rabia  pudimos apalabrar lo que nos quemaba por dentro: la indignación. 

Y aunque primero nos vimos corriendo por nuestras vidas, ese fuego, esa indignación, esa digna rabia nos puso en movimiento, nos coordinamos para curar a personas heridas, hicimos colectas para mandar comida y medicina, armamos comunicados, nos organizamos en el barrio, la universidad o la comunidad, incluso fuera de Nicaragua ideamos mil y unas formas para denunciar al mundo lo que nos pasaba, por irrelevante que pareciera.

El asombro

No recordamos qué día volvimos a recuperar la respiración ni tampoco el día que nuestro corazón volvió a latir con normalidad. Pero cuando eso pasó rápidamente llegaron las preguntas, nos permitimos asombrarnos por lo que nos pasó.

¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Quién lo hizo? ¿Quién lo ordenó? ¿Cómo lo hicieron? ¿Dónde lo hicieron? ¿Por qué lo hicieron? ¿Dónde estábamos nosotras cuando lo hicieron? ¿Qué hacemos para que no vuelva a pasar?

Ahora le hemos puesto nombre a lo que nos duele y nos indigna: los crímenes de lesa humanidad, la impunidad, el etnocidio de las comunidades indígenas, el extractivismo, el saqueo, la dictadura patriarcal, colonialista y criminal. 

Le hemos puesto nombre, y con eso no nos duele menos, solo nos permite reconocer, mediante el asombro lo que nos duele y por qué nos duele: para  así empezar a transformarlo.Todavía y cada vez que ese pedazo de tierra vuelve a ser golpeado por los dictadores volvemos a perder la respiración y al corazón se le vuelve a olvidar cómo latir con normalidad.

Animación por Nasma

La Esperanza

Era 18 de abril de 2018, y no nos imaginábamos que la esperanza había llegado para instalarse en nuestras vidas, y sin fecha de caducidad. 

La esperanza de que cada vez que accionamos contra los poderosos: estamos avanzando hacia la dirección correcta.

La esperanza de la posibilidad. De lo que puede pasar mañana y por lo que nos levantamos a luchar todos los días. 

La esperanza de que el dictador va a caer y de que volveremos a abrazarnos en una Nicaragua libre para vivir.

Así llegamos hasta aquí, desde la apertura afectiva, reconociendo lo que nos causa dolor, apalabrándolo, contemplándolo y entendiéndolo para transformarlo, porque justo en eso radica nuestra esperanza: en que otra Nicaragua es posible.

Por eso hemos juntado nuestro dolor, nuestra indignación, nuestro asombro y nuestra esperanza para presentar esta revista que tiene por objetivo facilitar un espacio que difunda, genere y promueva contenidos originados de procesos de memoria colectiva sobre la violencia de Estado vivida en Nicaragua a partir de 2018, desde una perspectiva feminista, crítica e interseccional a través de lenguajes artísticos.

Abrimos este espacio con la esperanza de que con nuestros recuerdos vamos a encontrar la verdad y la justicia. Y con la convicción de que aquí alcanzan todas las voces para contar lo que nos pasó, desde sus coincidencias y sus contradicciones.

¿Quiénes somos?

Somos mujeres reivindicando, resignificando y apropiándonos de la rabia y la indignación, y de nuestro derecho a sentirlas, porque se nos han negado históricamente.

Nos movilizamos organizando el dolor, construyendo memoria y expresándonos a través del arte, la propuesta y la rebeldía. Apostamos por la acción creativa de la rabia, para desmontar la verticalidad y las opresiones desde nuevos lenguajes artísticos.

En 2021 presentamos el especial multimedia “Nada Está Olvidado”, el cual nos inspiró a abrir este espacio para continuar con el compromiso de apostar por recordarlo todo. El recuerdo es trinchera cuando el olvido es ley. Olvidar es dejar de recordar, olvidar es perder los recuerdos, olvidar es impunidad. Recordar es volver a pasar por el corazón, es abrazar nuestros dolores y resignificar nuestras experiencias. 

Decir que “Nada está olvidado” es apostar por recordarlo todo, es contemplar lo que nos pasó desde su complejidad y sus contradicciones, desde lo que nos duele y lo que nos llena de esperanza. Es comprometernos a romper con los olvidos y los silencios históricos que sostienen y reproducen opresiones.

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