¿Qué otras maneras hay para expresar “Orgullo’’?

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En 2018 se llevó a cabo la última celebración del Orgullo LGBTIQ+ en Nicaragua, ¿qué pasa en un país donde marchar, pensar y organizarse está prohibido, perseguido y criminalizado? En este mes donde miles y miles de personas salen a las calles por el orgullo de existir y resistir invitamos a AA para que reflexionara sobre cómo las diversidades dialogan, resisten y se manifiestan en Nicaragua ante la ausencia del Pride. AA nos hace una importante provocación: pensar en qué implica la T en LGBTIQ+ y en cómo nos posicionamos políticamente ante las identidades trans en un país bajo un régimen dictatorial.

La marcha por la diversidad sexual en Nicaragua se celebró anualmente en el país cada 28 de junio desde el año 2006 en Managua hasta el 2018. Su primera edición tuvo lugar en el año 2005 en la ciudad de Masaya. Desde 2018, debido a la prohibición de cualquier tipo de protesta por parte de la dictadura ORMU, se siente una pesadez en el colectivo al saber que este encuentro urbano llamado Orgullo/Pride no es posible en la capital de Nicaragua, mientras que en otras partes del mundo está normalizado e incluso comercializado. La intención de este escrito es reflexionar ante esta ausencia, repasando nuestra última oportunidad de vivir este encuentro, también considerar sus orígenes y las diferentes formas en que se lleva a cabo en otras partes del mundo en la actualidad. Finalmente, reflexiono sobre la letra «T» y el papel de las personas trans y a quien representa, tanto en este evento como en nuestro colectivo y cultura popular.

Me gustaría empezar por destacar nuestros aciertos, decir que me reconforta pensar en la última marcha que se realizó en Nicaragua en el año 2018. Estoy seguro de que la conglomeración de personas en las calles y el interés político y social que todes teníamos  se acercó mucho más al verdadero objetivo del 28 de junio que Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson tanto reclamaban décadas atrás -mucho más que algunas de las marchas que se han realizado en los últimos años en el norte global, en países como Estados Unidos, Reino Unido o España, bañadas de homonacionalismo y capitalismo rosa-. No tenemos la mayoría de los ‘logros progresistas’ de varios de estos lugares, pero creo que sería contraproducente medirnos con los mismos ideales ‘blanqueados’ de igualdad y derechos LGBTIQ+, sobre todo cuando nuestra lucha es constantemente marcada por el colonialismo y su moral cristiana dogmática que nos dejó como herencia dentro del territorio mismo, y otras luchas – desigualdades económicas profundas y represión estatal generalizada.

Así que, cuando pienso en oportunidades de honrar o celebrar en esta compleja actualidad, regreso a las prácticas que, durante décadas, han logrado infiltrarse y sobre-vivir a pesar de la discriminación y otredad que sufren diariamente los cuerpos que transgreden el género y/o la sexualidad. Si revisamos nuestra misma tradición popular católica-mestiza, podemos encontrar diferentes expresiones o escapes de gozo y baile/fiesta, en donde la cis-heteronorma colonial parece difuminarse o ponerse en segundo plano. Esto apunta al abanico de prácticas trans que también son parte fundamental de Nicaragua. Por ejemplo, tanto en León como en Masaya, en celebraciones dedicadas a San Jerónimo como el Chombo y el Torovenado, cuerpos que son segregados en el día a día son capaces de expresarse, bailar y disfrutar viviendo el género con libertad.

Secuencia de baile San Jerónimo, León, Nicaragua. “chombo san jeronimo leon nicaragua 2021’’ por Fanuel Productions. Recuperado de YouTube 19.06.24
Conversaciones sobre el Torovenado. “El que todo lo puede’’ por Camila Films. Recuperado de YouTube 19.06.24

Para acompañar este análisis es importante considerar que el lenguaje no es lo mismo que la práctica. El lenguaje sirve como herramienta para acompañar los sentires; no es estático y cambia dependiendo de diferentes factores como la cultura, el contexto y el tiempo. Con esto quiero decir que hablar de prácticas trans en vez de identidad trans da apertura a visibilizar maneras de expresar y romper el género que se encuentra en distintos lugares e identidades de nuestra cotidianidad.

Como dice el autor especializado en negritud y transfeminismo Marquis Bey, citando a la escritora e historiadora Susan Stryker en el ensayo «Trouble Genders»: 

‘’Sostengo que trans se refiere, siguiendo la etimología de Susan Stryker, «al movimiento a través de una frontera impuesta socialmente desde un lugar de partida no elegido, más que a un destino o modo de transición concreto»; aquellos que «cruzan (trans-) las fronteras construidas por su cultura para definir y contener ese género»; o dicho en un registro ligeramente diferente, trans marca «un movimiento sin origen claro y sin punto de llegada» (Stryker 2008, 1; énfasis en el original; Snorton 2017, 2)… En otras palabras, LGBT indica una perturbación en el campo normativo, y la «T» es el combustible de esa perturbación.’’

Esta última frase espero genere reflexión y motivación en cuestionar nuestras dinámicas actuales ante el significado del orgullo, pensando en los espacios que ocupamos y también en los que cedemos. Si nos remontamos a sus inicios, el orgullo surge en conmemoración de un altercado liderado por dos mujeres transgénero en resistencia contra los cuerpos policiales: Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, mujeres trans, racializadas, inmigrantes, pobres y trabajadoras sexuales, el 28 de junio de 1969, durante los disturbios cercanos al bar neoyorquino ‘Stonewall’. Esto es de suma importancia porque el origen del Pride radica no solo en la lucha por la liberación sexual, sino también contra otros sistemas de opresión coloniales que marcaron la vida de estas dos mujeres trans, como el binarismo de género, el racismo y el capitalismo.

‘’He luchado jodidamente duro como para tolerar esta irrespetuosidad que he recibido y mi comunidad ha recibido en los últimos treinta y dos años…Es una vergüenza que la gente haya tardado treinta y dos años en darse cuenta finalmente de todo lo mucho que les hemos dado, del papel trans en la historia de este movimiento…y una vez más, les deseo a todas un feliz día del orgullo gay, pero espero también piensen en esto…’’

Adjunto este párrafo de Sylvia en su discurso realizado en el año 2001 para mostrar cómo las dinámicas de poder dentro de la misma comunidad, especialmente en países del norte global, han transformado esta celebración en algo que las propias Marsha y Sylvia luchaban en contra. Ni el Orgullo aprobado es perfecto, ni nuestra comunidad está carente de formas de expresar orgullo. Al aterrizar esto a nuestra situación de censura y represión actual en el país, me genera la siguiente reflexión: ¿Cómo podemos concebir el orgullo más allá de las formas estandarizadas que en el norte global siguen siendo cooptadas, comercializadas y blanqueadas? ¿Qué otras formas organizativas, de celebración y de memoria podemos explorar? 

Para añadir maneras tangibles y virtuales de resistencia, me gustaría mencionar dos proyectos recientes que, de distintas formas, creen en el valor de la memoria, del archivo y de honrar nuestra historia a pesar de las dificultades del momento actual.

tra(n)smanagua: memorias trans/cuir de una ciudad dispersa 

Como ejemplo de re-conocernos en nuestro pasado, tenemos el proyecto de tra(n)smanagua. Este proyecto, iniciado en 2023 por dos artistas en la diáspora pertenecientes a la comunidad trans, se basa en un artefacto colaborativo en forma de fanzine impreso en risografía, donde plasman de manera gráfica, visual y textual diferentes personas y lugares de la antigua Managua que lograron romper estructuras normativas de ser y estar.

En él encontramos tres historias. La primera es la historia de La Caimana, en la cual se recrea el momento de su entierro, mencionando detalles y peculiaridades de su vida con la intención de evitar caer en la otredad. Visualmente, se presenta un recibidor para La Caimana, donde se pueden observar todos los objetos que ellx podría haber usado en lo cotidiano, haciendo referencia a la actual mueblería La Caimana, que sigue siendo llevada por su viuda Hilda Scott en el Gancho Camino y que muchos todavía utilizan como referencia urbanística.

También se narra la historia de La Catedral Santiago Apóstol y su transformación de un espacio de culto y normalización católica-mestiza a un punto de encuentro cruising y trabajo sexual para disidencias dentro de una ciudad terremoteada entre 1973-1990.

Por último, el proyecto contiene el relato de La Sebastiana, personaje de la Managua pre-terremoto, en colaboración con David Rocha. Imaginan un futuro alterno, donde el cine Apolo, cine de barrio de clase trabajadora, vuelve a estar en pie. En los 60s la Sebastiana solía vender frescos y manzanas en sus afueras; en este futuro imaginado se proyecta en su interior el biopic de la vida del cochón más viejo de Managua, dándole así los honores que merece.

Memorias Marica Transfronterizas del Río San Juan

Este proyecto es un archivo visual que busca contrarrestar las tensiones fronterizas entre Costa Rica y Nicaragua mediante la visualización de los vínculos históricos de las disidencias sexuales en ambos países. Surgió hace dos años a partir de conversaciones y diferentes encuentros entre sus dos creadores, quienes compartieron las particularidades contextuales y similitudes de los territorios de Nicaragua y Costa Rica. A partir de estas conversaciones, crearon talleres conjuntos. 

Su formato es virtual y en él se pueden encontrar los resultados de los distintos talleres realizados en ambos países. En estos talleres se generaron piezas específicas para el proyecto, pero también se retoman obras de distintos artistas y activistas de ambos territorios. Entre los formatos que podemos encontrar en este archivo se incluyen: bidimensionales, videos, registros de acciones performáticas, documentos textuales/gráficos y cartografías, algunas ya existentes.

Reflexionar sobre la ausencia del Pride en Nicaragua y el papel crucial de la letra «T» en nuestro colectivo revela la complejidad y la fuerza inherente en nuestra existencia diaria. A pesar de las prohibiciones y represiones, la memoria de nuestras celebraciones se convierte en un acto de oposición contra el olvido y la invisibilización. Honrar nuestras tradiciones trans-gresoras amplia nuestras definiciones de celebración LGBTIQ+ y buscar nuevas formas de celebración y memoria, como los proyectos tra(n)smanagua y Memorias Marica Transfronterizas del Río San Juan, nos invita a expandir nuestras definiciones de orgullo más allá de los estandares para el Pride resaltados en el norte global. Es en estos actos de rememorar y resistir donde encontramos la verdadera fuerza de nuestro movimiento, desafiando las estructuras de opresión mientras afirmamos nuestra diversidad y dignidad colectiva. La memoria es resistencia, y reconocernos en diferentes momentos y lugares, tanto en el pasado como en la actualidad, puede aclarar y reenfocar la historia que se nos ha enseñado hasta ahora, ya que, como disidencia sexo-género, siempre intentan borrarnos de ella.

En este mes y más allá, reconocer el valor político intrínseco de la «T» en LGBTIQ+ es fundamental. Como menciona Marquis Bey, la «T» es un combustible volátil que desestabiliza las normativas establecidas. En un país donde las personas trans enfrentan adversidades significativas sumadas a las dificultades de la vida en dictadura, podemos empezar cada día practicando el cuidado mutuo. Preguntar a las personas trans, especialmente a las personas transfemeninas, si necesitan algo, tomar acción, formar redes y escucharles, es un acto tangible de solidaridad y apoyo necesario durante todo el año.



El autore es trans.

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